pero la sociedad hoy les exige que además de generar valor para sí mismas lo hagan para el conjunto de la sociedad, en un
compromiso de no daño ambiental y social intergeneracional. Las inversiones requeridas para ello pueden afectar a su eficiencia financiera,
o por el contrario verse premiada a través del valor de la acción en una especie de reconocimiento social. A este dilema se enfrenta el gobierno
corporativo quien debe asumir con total liderazgo la correspondiente política ASG (ambiental, social y gobernanza) y así lo están
haciendo ya las grandes empresas, como es el caso de Amper, S.A., que se analiza